Cuando la soledad me deja,
cuando incluso ella me abandona, yo también lo hago.
me dejo solo y mi alma divaga entre recuerdos
y mi corazón se marchita.
El aire se agudiza tanto que entra como aguja,
la saliva se espesa como piedra
el respirar entra en golpes de cerveza
y el humo en bocanadas de tristeza.
Cuando la soledad me deja,
me indispone a verme frente a un espejo marchito,
reflexiono de la lección aprendida
y lloro como un gotero del océano perdido.
Heme aquí frente a la muralla sin verla romper por ti,
heme aquí con un Dios ajeno, esperando su bendición.
La música pierde su sentido,
el reloj ya no determina mi envejecimiento
el corazón solo bombea sangre
y mis palabras no me reconfortan.
Cuando la soledad me deja,
también me dejo yo.
jueves, 2 de junio de 2011
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