lunes, 24 de mayo de 2010

Viejo tren

Sonrío, lo irónico es que sonrío y luzco despreocupado, pero mi corazón se juega otra carrera, lo sentí tomar impulso pero no tuve el valor de detenerlo.

Los días actuales son grises, nublados, definitivamente tristes, siempre he dicho que me gusta quedarme a solas pero estoy perturbado, camino sin rumbo fijo, llamo sin tener un plan, tomo y fumo pero nada más son un simple impulso de mi cerebro que recuerda como debe actuar, que chistes debe contar, como conducir, bailar, ser parte de ese grupo al que no todos quieren pertenecer, este mismo cerebro que sabe que reacciona al dolor pero nunca será bendecido con sentir, no llega a ser corazón mucho menos a piel.

La tónica de mis días solo, son tristes, hoy ya no quiero pelear, quiero permitirme dudar, caer y llorar, quiero olvidarme de mi y reconstruirme, quizás al hacerlo las grietas de las heridas en mi, me ayuden a drenar este sentimiento tan agónico que llevo de soledad.

Para variar prendo un cigarrillo y me temo que sea parte de un complot en mi contra, mi inclinación a la soledad me altera, dejé de ser valiente.

Más de una vez he comprado ticket para este viejo tren de sombras y melancolía, camino despeinado viendo el paisaje, imaginando días mejores pero para eso debo saltar, saltar sin miedo y abriendo los ojos, pero hoy quiero sentir este sinsabor de mi confusión, mi alma viajera me recuerda que ya lo he vivido hace cientos de años, lo que no recuerdo es en como terminará todo esto...

Hoy no tengo que salvar a nadie ni si quiera a mi.

Si no creyera en mi silencio no me permitiría este inmenso riesgo de descuidarme, cada vez que me ahogo viene a mi el crucial intento de revivir.

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